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Estrenos de cine de esta semana Fuente ABC (Apr 26, 2015) Cine |
Críticas de los estrenos de cine de este fin de semana por J. M. Cuéllar y Oti Rodríguez Marchante.
«LA FAMILIA BELIÉR» (***): La belleza interna
Los franceses se quedaron sorprendidos ante esta cinta que les llegó en la Navidad pasada y salieron de los cine con las comisuras en las orejas.
Hay gente sencilla y amable que prefiere ver el blanco al negro e incluso al gris. Además de ello, intenta que veamos el cielo azul y no el barro o el rojo infierno. Erik Lartigau entra en este apartado de cine sencillo, agradable y generoso. De hecho, los franceses se quedaron sorprendidos ante esta cinta que les llegó en la Navidad pasada y salieron de los cine con las comisuras en las orejas.
A pesar de que el velo que cubre la película es simple y fresco, el fondo no lo es tanto: una familia en la que todos son sordomudos menos la hija mayor, lo que sirve de conexión con el resto del mundo. Todo se complica cuando se descubre que la chica (la cantante y actrizLouane Emera) tiene una voz portentosa capaz de hacer carrera a la sombra de las canciones de Michel Sardou. El sendero es rosa si no fuera porque el triunfo sacrificaría a su familia.
En esa lucha interna es donde Lartigau mueve las piezas con una conmovedora maestría y entrañable intimidad, en eso y en las canciones de Sardou, antiguas y bellas, en aquella linea en la que Adamo juntó con su romanticismo a tantas parejas creando, a su vez, familias enteras.
El sentimiento verdadero de toda la familia, el humor que sabe destilar el director y la emotividad constante de la cinta sirven en bandeja una comedia que tiene de todo pero, fundamentalmente, una gran belleza interna.
Dirección: E. Lartigau. Intérpretes: Louane Emera, Karin Viard.
«EL MAESTRO DEL AGUA» (***): El hombre que susurraba a su propia sangre
Es fuertemente clásica, al menos en su manejo del lenguaje, en su narración y en el tratamiento de los géneros que la empapan, el bélico, la aventura romántica y el drama.
La fortaleza clásica de Russell Crowe como actor hacía presagiar que su primera película como director no iba a situarse muy alejada de esas claves: «El maestro del agua» es fuertemente clásica, al menos en su manejo del lenguaje, en su narración y en el tratamiento de los géneros que la empapan, el bélico, la aventura romántica y el drama. Se sitúa la acción en un terreno cinematográficamente conocido, la batalla de Galípoli, en realidad cuatro años después de ella, pues trata de la odisea de un granjero australiano que viaja a Estambul para encontrar los cadáveres de sus tres hijos, muertos en la batalla.
El título responde a que el granjero, Joshua Connor (personaje que encarna al milímetro Crowe), tiene la habilidad, el tesón y la fuerza de encontrar agua, y su don como zahorí queda explícito en una escena al principio llena de metáfora y presentimiento. Vista esa escena muy bien resuelta, el «clásico» Russell Crowe da por sugerido que la potencia espiritual del personaje podrá acometer la trágica empresa de encontrar, en el desierto de cadáveres enterrados en tierra turca, los de sus hijos. Quizás hubiera necesitado Crowe un guión que incidiera de un modo más explícito en el don de Joshua Connor. Y probablemente también una mayor claridad en las transiciones entre el presente y el pasado, con unos flashback que no tienen el certificado de si son recuerdos, imaginaciones, deducciones o producto de ese inexplicado don. Pero la historia, profundamente sentimental, rodea por completo al espectador, que incluso acepta como atractiva su zona más endeble, que es la sutil trama romántica entre el granjero obstinado y una hermosa mujer turca que también perdió a su marido en esa batalla (el imbatible «efecto Kurylenko», una actriz que hipnotiza hasta sin hache, tapona los agujeros de esa parte de la historia). Aunque el oro de la película está en la mirada al después de la batalla, en la relación de hombres enteros entre el padre desposeído y el oficial turco vencido pero no rendido, y en momentos tan emocionales como la cabalgada de un hombre contra la impresionante tormenta de arena para cobijar bajo su invencible figura a sus tres pequeños hijos a punto de ser devorados por ella.
Dirección: Russell Crowe. Con: R. Crowe, O. Kurylenko...
«LA SOMBRA DEL ACTOR» (***): Prodigioso y terminal Pacino
Todo en la película es decaído, terminal, salvo el talento de ese actor que ha perdido el talento, y que le permite a este portentoso actor ser él y su némesis con un sentido de la tragedia emparentada con enorme jocosidad.
Tal vez Philip Roth no pensaba en Al Pacino cuando creó a Simon Axler, ese actor sesentón y shakespeariano que ya es incapaz de engañarse a sí mismo y que ni siquiera puede interpretar con solvencia al personaje del suicida que lleva dentro. Pero Pacino es Axler, de los pies a la cabeza, y si el escritor Philip Roth no fue capaz de sospecharlo, afortunadamente para su adaptación al cine el director Barry Levinson vio claramente que nadie podía ser en la pantalla esa sombra de actor que levanta Pacino en una especie de esfuerzo sublime por levantar algo.
Todo en la película es decaído, terminal, salvo el talento de ese actor que ha perdido el talento, y que le permite a este portentoso actor ser él y su némesis con un sentido de la tragedia emparentada con enorme jocosidad. No obtener el exceso en una interpretación de Pacino es como negarle el gol al fútbol o el éxtasis al sexo, y en esta película, tan ansiosa de interpretación, Al Pacino se derrama hasta ese punto más allá del exceso con el que logra la perfecta confusión entre él y su histrión, entre su personaje y su aceptación de sí mismo.
No hay mucha más película que él, pues Levinson «focaliza» (perdón por el verbo) todo el amargor de la obra, «La humillación», de Roth, en la fortuna de posarla sobre los hombros del único actor capaz de sujetarla en plano corto desenfocando todo el mundo de alrededor. Pierde viveza el fondo, incluido el personaje casi romántico de Greta Gerwing, ese amor joven y frescachón que actúa como la pócima de Astérix en el ocaso vital y actoral de Simon Axler, o esa otra galería de complementos extravagantes, como los padres de su joven amante o la loca furiosa que lo persigue para involucrarlo en el asesinato de su ex marido? Hay algo de «Birdman» en ese viejo actor que no encuentra el modo ni la puerta para volver al teatro, o que ha de resignarse a que su gran momento en la escena es cuando se precipita al vacío?, y comparte también su risa sarcástica, la ironía de bufonear el drama y de encontrar esplendor en la decadencia. No es la gran película de Pacino, pero en ninguna como en ésta consigue traducir la pura exageración en un puro equilibrio.
Director:Hector Alterio
Intérpretes:Billy Porter, Greta Gerwig, Nina Arianda,.... |
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