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Las Taifas Mª Pilar Zaldívar (May 15, 2008) Conocer el Islam |
En 1031, con la caída del califato, desapareció el poder central de Córdoba y aparecieron las taifas, pequeños reinos independientes políticamente. La división trajo consigo el principio de la decadencia de al-Andalus. Las taifas tenían escasos recursos económicos y militares y pronto se vieron hostigadas por sus enemigos, entre los que no sólo se contaban los reinos cristianos del norte.
Por estas fechas se estaba creando en el norte de África un nuevo imperio, el almorávide, integrado por musulmanes norteafricanos que aspiraban a ocupar al-Andalus y a devolverlo al seno del islam, ya que la observancia de la religión se había relajado mucho en estas tierras.
De este modo, las taifas andalusíes (especialmente las del sur peninsular) quedaron atrapadas entre dos enemigos: los cristianos, por el norte, y los almorávides, por el sur.
En 1085 cayó Toledo en manos cristianas, lo que produjo una gran conmoción en el resto de al-Andalus, ya que se trataba de una importantísima ciudad que había sido capital de la Marca Media. Se conservan unos versos de un poeta de la época en los que compara la situación política de al-Andalus con una capa que se deshilacha desde el centro.
Cuando los reyes de las taifas se vieron en esta tesitura, fueron conscientes de que ellos solos no podrían resistir y que acabarían siendo conquistados por unos o por otros, así que su única salvación consistía en pactar con uno de los dos bandos para enfrentarse al otro.
La tradición nos ha transmitido las palabras que el monarca de Sevilla, al-Mutadid, pronunció para expresar de qué parte estaba: “Prefiero ser camellero en África que porquero en Castilla”. Esta simple frase pone de manifiesto una concepción de la realidad en la que África queda identificada con el camello, el animal más noble para árabes y musulmanes, mientras que Castilla es asociada al cerdo, el alimento prohibido por la religión.
Muchas taifas, como Sevilla, decidieron pactar con los almorávides, pero esto no quiere decir que, por el hecho de ser musulmanes, los consideraran compatriotas. Muy al contrario, los andalusíes en esta época tenían ya una muy clara conciencia de lo que era ser andalusí y sabían bien que los almorávides provenían de otra tierra y de otra cultura muy diferente a la suya, eran extranjeros que venían a ocupar sus tierras.
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